En los músculos se encuentran los "husos neuromusculares", unos receptores sensitivos que registran el estado de tensión y longitud de las fibras musculares.
Al estirarse un músculo, también se estiran sus husos musculares. Cuando esto sucede, las neuronas sensitivas de los husos neuromusculares envían impulsos a la médula espinal informando sobre dicho estiramiento, y como respuesta, ésta envía la orden al músculo para que se contraiga.
Este mecanismo involuntario es el "Reflejo Moitático", su objetivo es “proteger al músculo de una extensión excesiva”, es un mecanismo de defensa, para evitar una lesión muscular provocada una extensión brusca y /o excesiva.
Al sostener el estiramiento por un lapso prolongado de tiempo (entre 15 y 30 segundos), el huso neuromuscular se habitúa a esta nueva longitud y deja de mandar el impulso a la médula, por lo que se interrumpe el reflejo.
Una vez que esto sucede, el músculo se "elonga" y su huso neuromuscular toma una nueva "medida de longitud".
Este mecanismo involuntario es el "Reflejo Moitático", su objetivo es “proteger al músculo de una extensión excesiva”, es un mecanismo de defensa, para evitar una lesión muscular provocada una extensión brusca y /o excesiva.
Al sostener el estiramiento por un lapso prolongado de tiempo (entre 15 y 30 segundos), el huso neuromuscular se habitúa a esta nueva longitud y deja de mandar el impulso a la médula, por lo que se interrumpe el reflejo.
Una vez que esto sucede, el músculo se "elonga" y su huso neuromuscular toma una nueva "medida de longitud".
Por lo tanto, cuando entrenamos la flexibilidad, debemos sostener las posturas el tiempo suficiente para dejar que se habitúe el receptor y se corte el arco reflejo. La forma en que logramos generar esa habituación es evitando los cambios de tensión y movimientos que desencadenarían un nuevo reflejo miotático.